Cuando el magnate norteamericano del Sur de Chile Douglas Tomkins anuncia hoy que las industrias salmoneras traerán problemas Peter Druker Profesor de Ciencia Social en el Claremont Graduate School, USA , Artículo publicado en "Atlantic Monthly" y traducido por Carmen Vega. hace ya algunos años nos decía lo siguiente:
Lutero, Maquiavelo y el salmón
El ferrocarril convirtió en un hecho la Revolución Industrial. Lo que había sido revolución se convirtió en el "establishment". Y ese boom duró al menos cien años. La tecnología de la máquina a vapor no se acabó con el ferrocarril. Condujo en los años 1880 y 1890 a la turbina de vapor, y en los años 1920 y 1930 hacia las últimas y magníficas locomotoras a vapor americanas, tan queridas para los amantes de los trenes. Pero la tecnología se centró en la máquina a vapor y las operaciones de producción dejaron de ser lo principal. Al contrario, la dinámica de la tecnología hizo desplazar a las nuevas industrias que habían aparecido justo antes de que se inventara el ferrocarril, ninguna de las cuales tenía algo que ver con las máquinas a vapor. El telégrafo eléctrico y la fotografía llegaron hacia la década de 1830, seguidos justo después por equipamientos ópticos y para las granjas. La nueva y diferente industria fertilizadora, que empezó a finales de la década de 1830, transformó rápidamente la agricultura. La salud pública se convirtió en el asunto principal de la creciente industria, con cuarentenas, vacunas, suministro de agua pura, y recogedores de basuras, quienes, por primera vez en la historia hicieron de las ciudades un hábitat más habitable que el campo. Al mismo tiempo aparecieron los primeros anestésicos.
Con esas nuevas e importantes tecnologías llegaron unas nuevas instituciones sociales: el moderno servicio postal, el periódico diario, las inversiones bancarias, el banco comercial, por mencionar sólo unas cuantas. Ninguna de ella tenía que ver con la máquina a vapor o con la tecnología de la Revolución Industrial en general. Fueron esas nuevas empresas e instituciones las que hacia 1850 llegaron a dominar el paisaje industrial y económico de los países desarrollados.
Esto es muy parecido a lo que ocurrió en la revolución impresa, la primera de las revoluciones tecnológicas del mundo moderno. En los cincuenta años que siguieron al 1455, cuando Gutenberg perfeccionó la imprenta y los tipos móviles en los cuales había estado trabajando durante años, la revolución de la imprenta alborotó a Europa y cambió completamente su economía y psicología.
Pero los libros impresos durante esos primeros cincuenta años, los llamados incunables, contenían los mismos textos que habrían transcrito los monjes durante siglos, copiados a mano. La escritura religiosa quedaba como escritos de la antigüedad. Cerca de 7.000 títulos se publicaron en esos primeros cincuenta años, 35.000 ediciones. Al menos, 6.700 de esos libros correspondían a títulos clásicos. En otras palabras, los primeros cincuenta años de letra impresa hicieron mucho más disponibles y más baratos aquellas informaciones y comunicados tradicionales. Pero entonces, más o menos sesenta años después de Gutenberg, aparece la Biblia en alemán de Lutero. Cientos y cientos de copias se vendieron inmediatamente y a un precio muy bajo. Con la Biblia de Lutero la nueva tecnología impresa dio paso a una nueva sociedad. Esta Biblia desembocó en el Protestantismo, que conquistó la mitad de Europa y, en otros veinte años, forzó a la Iglesia Católica a reformarse a sí misma en la otra mitad. Lutero usó el nuevo medio de impresión de un modo deliberado para restaurar la religión como centro de la vida individual y de la sociedad. Y esto trajo consigo un siglo y medio de reformas religiosas, revueltas religiosas y guerras santas.
Al mismo tiempo que Lutero usó la imprenta con la intención premeditada de restaurar el Cristianismo, Maquiavelo escribió y publicó "El Príncipe" (1513), el primer libro occidental en más de cien años que no contenía ni citas bíblicas ni hacía referencia a autores de la antigüedad. Rápidamente, "El Príncipe" se convirtió en el otro "best seller" del siglo dieciséis, y su libro más notorio y que más influyó en su momento. Acto seguido empezaron a surgir más obras de tipo laico, lo que hoy llamaríamos literatura: novelas y libros de ciencia, historia, política y economía. No mucho antes de que apareciera el primer libro laico despegó fuertemente el teatro moderno en Inglaterra. Asimismo aparecieron nuevas instituciones: las órdenes de jesuitas, la infantería española, la primera marina moderna y, finalmente, el estado soberano nacional. En otras palabras, la revolución impresa siguió la misma trayectoria que seguiría 300 años más tarde la Revolución Industrial, y en eso anda la Revolución de la Información hoy en día.
Cómo serán las nuevas industrias e instituciones, nadie lo sabe todavía. Nadie en la década de 1520 supo anticipar la llegada de la literatura secular, no digamos el teatro secular. Nadie en la década de 1820 supo anticiparse al telégrafo eléctrico, o a la salud pública, o a la fotografía.
La única cosa (por decirlo nuevamente) que es altamente probable, si no casi cierto, es que en los próximos veinte años veremos emerger un alto número de nuevas industrias. Al mismo tiempo, es casi cierto que pocas de entre ellas surgirán de la tecnología de la información, el ordenador, la impresora, el proceso de datos o Internet. Esto lo indican todos los precedentes históricos. Pero también es aplicable a las nuevas industrias que ya emergen rápidamente, como la biotecnología y las nuevas piscifactorías.
Hace veinte años el salmón era una "delicatessen". La típica cena de convención daba a elegir entre pollo y ternera. Hoy día el salmón es algo corriente, algo más entre lo que elegir del menú. Muchos salmones que comemos hoy no han sido pescados del mar o de los ríos, sino que han crecido en las piscifactorías. Lo mismo está ocurriendo con la trucha. Pronto será una realidad para muchos otros tipos de pescado que van a entrar en un sistema de producción masiva. Esto conducirá sin duda al desarrollo genético de nuevos y diferentes pescados, igual que se llegó a domesticar al cordero, a las vacas y a los pollos. Pero probablemente alrededor de una docena de tecnologías están en la misma situación que estaba la biotecnología hace veinticinco años, es decir, lista para despegar.
Hay también un "servicio" que espera nacer: los seguros contra los riesgos de la exposición a los intercambios con extranjeros. Ahora que cada negocio forma parte de la economía global, tal tipo de seguro es tan necesario como lo era un seguro contra riesgos físicos (incendios, riadas) en las primeras etapas de la Revolución Industrial, cuando surgieron los seguros tradicionales. Todo el conocimiento que se necesita para los seguros de intercambios con el extranjero está disponible; únicamente falta la institución por sí misma.
Las próximas dos o tres décadas van a ver un cambio tecnológico más grande que el que ha ocurrido en las décadas desde que apareció el ordenador. E incluso será mayor el cambio en la estructura industrial, en el paisaje económico, y probablemente también en el paisaje social
Es interesante como se va tejiendo la historia .
Saludos Rodrigo González Fernández consultajuridica.blogspot.com. rogofe47@hotmail.com
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