Peter Gould BBC |
El furor que han causado las citas del Papa sobre el Islam, ha dejado a muchos católicos dentro y fuera del Vaticano sacudiendo sus cabezas con incredulidad.
Los asesores de Benedicto XVI están consternados por el hecho de que una cita usada para ilustrar un argumento filosófico haya provocado tanta furia en el mundo musulmán.
No obstante, para otros, el hecho ha enfatizado sus preocupaciones sobre la actitud del Papa en cuanto a las relaciones de la Iglesia Católica con el Islam.
El primer año de su papado pasó sin ninguna controversia, a pesar de que se encontraba planeando en silencio algunos cambios clave en la jerarquía del Vaticano.
Además, cuando Joseph Ratzinger fue elegido papa en el 2005, se asumió que seguiría de cerca las mismas políticas que su predecesor, Juan Pablo II.
Un punto de vista diferente
En muchos asuntos de la Iglesia, los dos hombres estaban en sintonía. Como el papa polaco, Benedicto XVI es un firme seguidor de las enseñanzas tradicionales de la iglesia.
Pero en un asunto clave, los analistas del Vaticano detectaron un punto de vista diferente en los dos hombres: la actitud del Vaticano respecto al Islam.
Juan Pablo II quería acercarse a otras religiones y en el 2001, en una visita a Siria, se convirtió en el primer papa en ingresar a una mezquita.
Fue un gesto que intentó contribuir a poner fin a siglos de hostilidad y sospechas entre ambas religiones.
Sin lugar a dudas, Benedicto XVI quiere lograr mejores relaciones con el Islam, pero hay una importante condición previa que puede resumirse en una sola palabra: reciprocidad.
Ello significa que si los musulmanes quieren disfrutar de libertad religiosa en Occidente, entonces los católicos deben tener el mismo derecho a profesar su fe en estados islámicos, sin temer una persecución.
Mejorar el entendimiento
Una de las primeras señales de que la postura del Vaticano se está endureciendo llegó con la salida del arzobispo Michael Fitzgerald de las oficinas vaticanas.
El clérigo, nacido en el Reino Unido, estaba a cargo del departamento del Vaticano que se encargaba de promover el diálogo con otras religiones.
Además de ser un distinguido académico en asuntos árabes, era un experto en el mundo islámico.
La decisión de Benedicto XVI de quitarlo de su puesto y mandarlo a Egipto como nuncio apostólico, fue vista como una degradación.
Algunos incluso se preguntan si fue una decisión inteligente.
El padre Thomas Reese, un académico jesuita y una autoridad en los asuntos del Vaticano, le expresó sus preocupaciones a la BBC: "La peor decisión del Papa hasta ahora ha sido el exilio del arzobispo Fitzgerald", aseguró en una entrevista en abril pasado.
"Él era la persona más inteligente en el Vaticano en cuanto a relaciones con los musulmanes. Uno no exilia a una persona como ésa, uno la escucha".
"Si el Vaticano dice algo tonto sobre los musulmanes, la gente se morirá en algunas partes de África, se quemarán iglesias en Indonesia, sin contar lo que suceda en Medio Oriente".
"Sería mejor para el papa Benedicto tener a alguien como Fitzgerald cerca de él".
La advertencia de aquel entonces, hoy parece profética.
¿Acaso nadie en el Vaticano anticipó que las palabras del Papa podrían sacarse de contexto y provocar una reacción como la que hemos visto?
Desde los ataques del 11-S en EE.UU., y la subsiguiente invasión a Irak, nadie ha tenido una sola duda acerca de la importancia de promover un mejor entendimiento entre los cristianos y el Islam.
La sensibilidad de los musulmanes sobre su religión fue clara el año pasado cuando se publicaron caricaturas sobre el profeta Mahoma en periódicos daneses.
Las caricaturas, difundidas después en varios países occidentales, causaron un gran enojo en las naciones islámicas, provocando protestas y actos de violencia.
Tarea desalentadora
El papa Benedicto ha hablado de la responsabilidad de los líderes religiosos para "trabajar en pro de la reconciliación a través de un diálogo genuino".
Su tarea ahora aparece más desalentadora que nunca, con la amenaza real de una respuesta violenta por parte de los extremistas del mundo islámico a lo expresado por el Papa.
Benedicto XVI ha dicho que lamenta que sus palabras hayan ofendido y eso podría de alguna manera tranquilizar a los musulmanes.
Con frecuencia, se argumenta que un diálogo real con el Islam requiere un debate abierto, incluso bajo el riesgo de provocar alguna ofensa esporádica.
Pero el Papa ahora está seguro de que sea cual sea el tema del que hable, sus palabras se escucharán alrededor del mundo por una audiencia lista para analizar el matiz de cada entonación.
Quizá tenga otra oportunidad para explicarse ante los musulmanes en noviembre, cuando está previsto que visite Turquía.
Mientras tanto, el Vaticano pensará más en las acciones y las palabras que se necesitan para promover mejores relaciones entre las dos religiones más grandes del mundo.
RODRIGO GONZALEZ FERNADEZ
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