Desafíos de un padre en postgrado
Este mes nos ha tocado conmemorar a aquellos co-protagonistas fundamentales de la vida de toda persona: lo papás.
Mi objetivo aquí es mostrar que la crianza y el cuidado de los niños en el mundo académico no son sólo tema de las mujeres, ni tampoco de los facultativos. La mayoría de las comunidades académicas incluyen madres y padres alumnos, quienes tienen necesidades para el cuidado de la familia. En este contexto, estoy interesado en tratar el tema de los padres alumnos de postgrado, ya que a medida que analizo mi vida me doy cuenta que ser alumno ha moldeado mi paternidad más que el mero hecho de ser un hombre. Para ello me baso en mi escasa y arbitraria experiencia personal como reciente padre y en la observación de las experiencias de colegas que se encontraron en la misma situación durante el postgrado. Además, uso como referencias publicaciones hechas por otros colegas hombres y mujeres (madres o no) profesionales en postgrado publicadas en la pagina web de la ANIP y en otras revistas de interés científico(1). Veo que en términos de paternidad y del cuidado de una familia, ambos padres, independiente del género, tenemos mucho en común. Más aún cuando en muchas ocasiones hombre o mujeres solos enfrentan el desafío de cumplir los dos roles.
Voy a discutir, lo que creo que son los retos más importantes que encaran los padres alumnos de postgrado en el mundo académico actual, y ofrecer algunas sugerencias para hacer de las universidades un ambiente más inclusivo y humano, que sea lo suficientemente flexible para incluir de forma apropiada a los alumnos de postgrado que tienen hijos.
Como el título de esta nota sugiere, mi punto de vista respecto a la paternidad se fue formando cuando era alumno de colegio en mi país de origen, Bolivia. Comencé a percibir la paternidad en mi generación a partir de mis compañeros, jóvenes de los que se decía "habían truncado su futuro producto de una paternidad temprana e inesperada", casi como una sentencia a cadena perpetua que llegaba para frenar sus vidas. Una fuerte lección que vi reforzada en la Universidad, donde los amigos y compañeros, nos cuidábamos para no "caer" en una paternidad no deseada ya que esto podría "truncar" nuestras carreras. Así llegué al postgrado, y la historia no ha cambiado, a pesar que se supone que la madurez ha llegado a nuestras vidas, aún me parece que no tenemos la potestad sobre nuestro destino fundamental, nuestra razón biológica de existir, la paternidad. De hecho, creo que esta cadena de presión, podría empujar a la sociedad chilena (y a cualquier otra) a un proceso demográfico de envejecimiento, al menos de aquel sector que representa el capital humano avanzado. Sin embargo, creo que analizar las consecuencias de ello va más allá del objetivo de esta nota.
Pero, ¿por qué la paternidad y el postgrado no son compatibles para el subconsciente académico colectivo y de los encargados de la gestión de las iniciativas y políticas de postgrado? Creo visualizar algunas causas que expongo a continuación.
Primero. Aún existen profesores que consideran que tener hijos durante el postgrado no es bueno, obviamente porque ello implicará dedicación de tiempo y energía a otras tareas que no son las de realizar investigación, ni que hablar de las publicaciones que deben producirse, buscando altos estándares de calidad. Esto queda excelentemente ejemplificado y expuesto por Carolina Muñoz, además de los comentarios a sus notas publicadas con motivo del día de la madre.
Segundo. Es la percepción que se tiene del "alumno" de postgrado, una persona sin mayores responsabilidades, sin historia, sin vida, es alguien que llega hasta esta instancia sólo para formarse a un mayor nivel, en un esquema vertical y hacer investigación sin más aspiraciones personales que la del postgrado. No se considera que muchas de esas personas, son casadas, tienen hijos y por tanto, otras responsabilidades y expectativas personales, como es ejemplificado en las notas publicadas por Lorena Lobos y Adriana Aránguiz.
Tercero. Generar condiciones más incluyentes para los alumnos de postgrado, representaría una carga económica y logística muy complicada para las universidades y las agencias gubernamentales y no gubernamentales encargadas de las iniciativas y políticas de desarrollo científico y humanístico de postgrado como es ejemplificado en las notas anteriormente mencionadas. Dada la reticencia a cubrir estos costos o que dicha posibilidad exista, se penaliza a quienes son padres deshaciéndose de esa forma de un potencial problema.
Sin embargo, esta actitud hacia los alumnos profesionales de postgrado esta cambiando, hay muchos ejemplos de ello pues sólo debemos ver a las personas que independientemente de las predicciones de muchos, han asumido la paternidad en distintas etapas del postgrado y han terminado exitosamente el mismo. No ha sido fácil, y como diría Silvio Rodriguez "no es lo mismo, pero es igual".
El sistema de gestión del postgrado está mejorando, aunque el proceso es lento. Afortunadamente en Chile existe la ANIP, que ha estado trabajando para mejorar las condiciones en las que se desarrolla el postgrado, para mejorar las condiciones en que viven los alumnos; porque está claro que si no nos preocupamos nosotros de nuestros problemas y necesidades, el mundo de los académicos y de los gestores de postgrado en Chile, por si mismos, no lo harán. Hasta ahora se han logrado grandes beneficios en las becas nacionales para aquellos que somos padres como por ejemplo, el bono por hijo, y el pre y post-natal para las mujeres profesionales en postgrado que tienen hijos durante este periodo, así como el bono previsional. Mejor es la situación para aquellos profesionales que desean hacer estudios de postgrado en el extranjero, ya que el programa de Becas Chile (2010) ofrece el bono por hijo, pasajes para los hijos y la conyugue, además de seguro de salud que cubren a los hijos. A nivel institucional, CONICYT es el mejor exponente en este tipo de iniciativas, mientras que MECESUP, AGCI y otras becas otorgadas por las universidades, aún no lo han hecho. Pero no sólo ocurre a nivel nacional sino a nivel mundial, ya que hoy hay más becas y beneficios adicionales para aquellas personas que tienen hijos antes o durante el desarrollo del postgrado. Obviamente estas oportunidades son más atractivas para los profesionales nacionales que son padres y quieren realizar un postgrado en el extranjero, pasando a ser cautivados y retenidos por otros países, contribuyendo a la fuga de cerebros de Chile.
Entonces, ¿cuáles son los principales retos para los padres alumnos de postgrado? Tal vez los más persistentes y fundamentales están relacionados con: el estereotipo que la academia utiliza para describir a los alumnos de postgrado; el prejuicio de facultativos y administrativos acerca de que la paternidad y el postgrado no son compatibles y la falta de iniciativas y políticas por parte de las agencias gubernamentales y no gubernamentales dirigidas a respaldar la paternidad durante el mismo.
Creo que las iniciativas desarrolladas por CONICYT para los becarios nacionales son de las mejores a nivel nacional, y deben ser imitadas y mejoradas por otras agencias y equiparadas a los estándares de BECAS CHILE para el extranjero.
Es tangible la necesidad de programas de cobertura de salud para la gente de postgrado que incluyan a los hijos cuando sea pertinente (FONASA, ISAPRE, o programas de las mismas universidades, como el recientemente anunciado por la Universidad Católica de Chile en Santiago).
Es necesario contar con salas cuna que permitan a los padres tener la flexibilidad y tranquilidad de dejar a sus hijos en un lugar que garantice su seguridad para que ellos puedan concentrarse en sus trabajos de investigación y publicaciones.
Es necesario que las universidades y centros de formación de postgrado progresen en las condiciones que ofrecen a sus alumnos de postgrado, convirtiéndose en casas de estudios más incluyentes y vanguardistas, no sólo desde la perspectiva técnico-científica, sino también humanista. El desarrollo de salas cuna dentro de las universidades debería ser un reto a conquistar no sólo para el postgrado, sino también para el pregrado.
Todo esto puede mejorar y debe hacerse para bien del postgrado en Chile y de aquellos profesionales que están dispuestos a contribuir durante el postgrado al desarrollo de la ciencia en este país. Nosotros mismos, los profesionales en postgrado debemos ser los artífices y gestores de este proceso de cambio y progreso.
1. Johansen, S. 1996. Perspectives of a Graduate Student Father. The History Teacher, 29:4, pp. 487-492.
Saludos,
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